So Yon nació y creció en un país extranjero, sufriendo malos tratos y humillaciones que nunca más podría olvidar. Pero el recuerdo de lo vivido marca su futuro, y en aras de la benevolencia de su patria, se ofrece para cuidar niños huérfanos, como si fueran sus propios hijos, educándoles para convertirles en los pilares del país. De ahí que el partido le otorgue un título honorífico a modo de reconocimiento por su labor.