Durante el transcurso de un partido de fútbol, un comentario de tintes racistas es visto por Layla como un rasgo sintomático en contra de su credo musulmán y su ascendencia marroquí, aunque ella sea holandesa de nacimiento. A partir de aquí, Layla va radicalizando su pensamiento y viéndose más atraída hacia el extremismo, hasta acabar casándose con un joven yihadista y dejando Amsterdam para iniciar un camino diferente del que llevaba, pero también del que imaginaba.